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Escéptica justificación

junio 20, 2007

El escéptico ama la verdad sobre todo, pero se trata de un amor, en cierto modo, platónico por inalcanzable. Para él todo es incierto, incluso el que todo sea incierto. Ya sea la dudosa constatación de la propia limitación, de la complejidad de lo real, o de la posibilidad de una verdad sencilla, mas vestida de complicados y seductores disfraces, se trata de motivos que le conducen a sospechar que la verdad no puede conocerse en su totalidad, pero tampoco puede descartar que no sea así. No obstante, esta ignorancia no le resulta trágica sino radical, en el sentido de que ello nutre su actitud en el mundo de una forma abierta y dinámica (aunque pudiera utilizar su compromiso con la verdad como excusa para evitar compromisos puntuales con la errática realidad). El escéptico es así un filósofo inseguro, pues no puede dejar de buscar la verdad en sí misma, pero no sabe si la encontrará. Siente que la duda tiene un componente positivo al servir como causa permanente del movimiento hacia la verdad. La certeza pasa a ocupar un segundo término, siendo lo prioritario el proceso de búsqueda. Dado que no importa la certeza sino la verdad, la duda importa. Este movimiento a partir de la duda es fundamental o el escéptico derivará en el más puro nihilismo, en el más doloroso silencio. Con todo, la certeza se percibe estéril, una suerte de callejón sin salida, una excusa para la intolerancia y una trampa atractiva para el prejuicio. Sin embargo, todo esto no es tanto un regocijo en la duda como en la verdad en potencia. El escéptico no comete errores, aunque puede hacer falsedad cuando traiciona a su escepticismo. El error es la falsedad que se cree verdadera, mientras que la mentira es el error que se sabe falso. La falsedad es así, digamos maliciosa, mientras que el error se comete por ignorancia. El escéptico no considerará nada definitivamente verdadero, así que, paradójicamente, es el perfecto ignorante que no comete errores. Por supuesto, un escéptico puede ser un mentiroso, pero entonces traiciona su amor a la verdad y a esto se le llama, en filosofía cotidiana, cabrón o marrana. Si errores son los peldaños de la escalera que lleva a la verdad, escéptico es el fulano que te encuentras en el descansillo. Los dogmáticos son los vecinos, algunos de ellos ciertamente ruidosos, que viven de puertas para adentro. Sólo los roedores habitan los trasteros, donde se acumula lo que nadie quiere, lo que todos ignoran y donde, tal vez, se encuentren peldaños adicionales que nadie puede ver porque nadie quiere ver. Esos animales se encuentran allá arriba, mira por donde. Sin embargo, el escéptico, como buen gallego, ignora si la verdad cae hacia arriba o, como las manzanas, hacia abajo.

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13 comentarios
  1. Coincido en que lo importante es el propio camino de búsqueda. La verdad, cuando se encuentra, es gratificante, pero es la actitud la que define al escéptico, no el número de logros que se hallan en su cuenta personal.

    Y hablando de escepticismo no puedo dejar de mencionar al escéptico elegante por excelencia. Me refiero, por supuesto a Carl Sagan, que en ensayos como «La carga del escepticismo» o sobre todo, su ensayo «Venus y el Doctor Velikovsky» de su libro El cerebro de broca, trata estos temas con la exquisita elegancia de la que sólo puede hacer gala un superclase. Personalmente, considero que el segundo ensayo mencionado, en el que realiza una crítica a las teorías del Dr. Velikosvky, debería ser de obligada lectura en todos los colegios.

  2. luciernagas permalink

    Ok, también yo lo prefiero al ensayo, que sobre las ideas de Velikovsky dedica, por ejemplo, Federico di Trocchio en su libro «El genio incomprendido» (sólo por el título ya te puedes imaginar por donde van los tiros). Comparto tu admiración por Sagan.

  3. luciernagas permalink

    Por cierto, Josemi, no te he dado las gracias por el pdf. Al principio no me di cuenta de que me habías pasado ¡el libro entero! Yo tengo una de esas ediciones de bolsillo de crítica (de las antiguas) con una letra minúscula. Si no lo has leído, creo que disfrutarías mucho otra de sus obras «El mundo y sus demonios». Me parece que han hecho una nueva reimpresión este mismo año, por lo que no será difícil de conseguir. Gracias.

  4. Jocelyn permalink

    «Para él todo es incierto, incluso el que todo sea incierto.[…] se trata de motivos que le conducen a sospechar que la verdad no puede conocerse en su totalidad, pero tampoco puede descartar que no sea así.» Sólo quiero objetar algo con respecto a eso: «sólo es verdad lo que aumenta el poder, lo que sirve a la vida» (Nietzsche), pero pienso que el hecho de que no nos funcione algo para nuestra vida no significa que no sea cierto, porq ahí está de todos modos. Aún asi si estoy de acuerdo con que «no hay hechos, sino interpretaciones» de la misma manera que «no hay cosas en sí, sino perspectivas». Creo que Nietzsche lo ha expresado muy bien.

  5. luciernagas permalink

    Gracias por tu comentario. Las líneas del post que has destacado sugieren que la verdad, de existir, no puede ser conocida plenamente. Este es un posicionamiento escéptico, también susceptible de duda, que no está afirmando que la verdad sea relativa (o subjetiva), sino que insiste en nuestra limitación cognoscitiva. En cuanto a tus objeciones, no se si comparto la afirmación de Nietzsche, pero estoy de acuerdo en que la funcionalidad o la practicidad no es necesariamente un criterio válido para delimitar lo verdadero. Las dos afirmaciones finales que has entrecomillado coquetean con el idealismo o, al menos, me parecen claramente subjetivistas. Insisto, el hecho de que tengamos un conocimiento parcial de la realidad, y que esta se vea alterada por el propio proceso de conocer, no significa que no haya otra realidad que la construida por el sujeto.

  6. Si algún incauto pidiera la opinión de «este que escribe», le diría que la verdad puede conocerse, incluso más, ha de vivirse. Una vez vivida, ¿qué importa que no pueda ser explicada?. El intelecto suele ser un estorbo. Este es un camino que cada uno ha de hacer en absoluta soledad, nadie puede hacerlo por tí. A lo sumo, uno puede ir contando el camino que va recorriendo hacia ESO, un camino de demolición, de limpieza, de olvido, de pérdida de la «importancia personal».

  7. luciernagas permalink

    Primero, tendríamos que ponernos de acuerdo en lo que consideramos la verdad, después en los criterios que sirvan para delimitar lo verdadero, finalmente, consensuar los medios que sirvan para encontrar tales límites. Es teóricamente posible llegar a un acuerdo acerca de lo que es la verdad y aproximarse a ella de manera racional o intuitiva, si bien esta dicotomía se me antoja más artificial de lo que puede parecer. En el conocimiento de la verdad, el pretender demarcarla con un criterio experimental, objetivo-reproducible, digamos científico, podría resultar tan pobre como un acercamiento meramente intuitivo, vivido, puramente subjetivo, y, en este sentido, inefable. Independientemente de que exista con necesidad un componente intuitivo en el proceder científico, y en mi opinión así es, mantengo la creencia de que ambas manifestaciones de nuestra naturaleza son tan relevantes como insuficientes en el conocimiento de lo real, que nos aparecerá inagotable.

  8. lo dicho, el intelecto es un estorbo

  9. luciernagas permalink

    si así fuese, sobrarían las palabras

  10. luciernagas permalink

    Supongo que sabes que comparto tu opinión en una cierta medida, pero me parece relevante mostrar equilibrio en este asunto. Por supuesto que sobran las palabras para acceder plenamente a aspectos esenciales en nuestras vidas, pero esto no reduce, en mi opinión, el valor de la razón como un medio de conocimiento de gran parte de la realidad (eso sí, asumiendo la existencia de una realidad objetiva). Confío y espero que tu silencio no sea permanente, pues encuentro fértil nuestro desacuerdo.

  11. Jocelyn permalink

    Bueno, es cierto que nadie sabe la verdad absoluta.

  12. luciernagas permalink

    Un famoso físico dijo una vez que algo no puede ser verdadero si no está rodeado de incertidumbre. Comparto esta intuición. Aunque la verdad conlleva riesgo, opino que el compromiso siempre merecerá la pena. Un compromiso firme, pero humilde. Ah! quiero aprovechar para darte las gracias, Jocelyn, por tu personal comentario en «Sufrimiento aislado».

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